¿Quién mató al Comendador?

¿Quién mató al Comendador? - Fuente Obejuna

Fuenteovejuna es quizá el drama de Lope de Vega más universalmente conocido. Difícilmente el espectador puede permanecer impasible ante este retablo de abusos que provoca una explosión de violencia justiciera en un pueblo empujado hasta el límite de su resistencia y al extremo de la indignidad por el tirano Comendador y sus secuaces.

El asunto es conocido y de raíz histórica: el comendador de Fuenteovejuna, Fernán Gómez de Guzmán comete toda clase de crueldades contra sus vasallos. Soberbio y lujurioso, humilla a los hombres y fuerza a las mujeres. Desprecia la autoridad de los Reyes Católicos, ofende al alcalde legítimo de los villanos, y llega a secuestrar a la recién desposada Laurencia, llevandósela a su castillo, cubil de la fiera depredadora que es este comendador, no guardián ni garante del orden de su pueblo, sino él mismo agente del caos, traidor a todos sus deberes. Laurencia, que consigue escapar, desmelenada y rota, se dirige al pueblo en un clímax emotivo crucial, con su desesperada incitación a la revuelta:

Llevóme de vuestros ojos

a su casa Fernán Gómez;

la oveja al lobo dejáis

como cobardes pastores.

¡Qué dagas no vi en mi pecho!

¡Qué desatinos enormes,

qué palabras, qué amenazas,

y que delitos atroces

por rendir mi castidad

a sus apetitos torpes!

Mis cabellos ¿no lo dicen?

¿No se ven aquí los golpes

de la sangre y las señales?

¿Vosostros ois hombres nobles?

¿Vosotros, padres y deudos?

Ovejas sois, bien lo dice

de Fuenteovejuna el nombre.

Liebres cobardes nacistes,

bárbaros sois, no españoles.

¡Gallinas! ¿Vuestras mujeres

sufrís que otros hombres gocen?

Fuenteovejuna ha resistido todas las servidumbres, ha respetado y obedecido a su señor, pero Fernán Gómez se envalentona cada vez más y aumenta sus infamias. Los villanos conocen al fin que hay fronteras que no pueden cruzarse sin caer en la perdición y que están condenados a muerte si no reaccionan. La rebelión estalla con enorme violencia y las mujeres recogen el cadáver del tirano con picas y espadas para exhibirlo despedazado a la vergüenza y a la venganza. Su criado Flores, cómplice de sus crímenes, consigue escapar y pedir auxilio a los Reyes Católicos, que ordenan la investigación de los sucesos. A los pesquisidores, a sus torturas (mecanismo judicial legal en la época) y presiones, todo el pueblo responde con una voz: «¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor». Y los reyes no tienen más remedio que dar por bueno lo sucedido, y pasar a Fuenteovejuna bajo la jurisdicción real. 

Dos desenlaces hay, por tanto, en el drama. El primero culmina con la muerte del Comendador y la liberación de Fuenteovejuna. El segundo consiste en la investigación real y el juicio de los hechos. Podría llamar la atención a una mentalidad moderna este segundo final que no deja cerrada la historia hasta que no se dictamina y legitima por la autoridad, pero es la única coherente con el universo de fuerzas en conflicto. Lope niega un final directamente revolucionario al exigir la presencia de los reyes.

Y es que Lope no es un escritor como tantos al uso actual, que se instalan parasitariamente en un sistema al que se precian de atacar, pero en el que viven perfectamente asimilados —y neutralizados—. Para Lope el mundo tiene un orden, y la vida social no se puede desarrollar en el caos: no puede atacarse el orden que posibilita la misma vida de los individuos y los pueblos. Sucede, sin embargo, que en Fuenteovejuna el encargado de gobernar es el causante del desbarate, el infractor de las leyes humanas y divinas, el insolidario, el abusivo… Una perversión monstruosa se ha instalado en el pequeño pueblo castellano, símbolo de tantos otros en la Historia que han sufrido y sufren la misma experiencia. La misión del poder es administrar la justicia, y la rebelión popular, por consiguiente, no busca el poder, sino devolverlo a quien sea capaz de administrarlo bien. Y en el Siglo de Oro estos no pueden ser sino los Reyes.

Postura que defiende el orden constituido, pero que no priva al drama de su furia indómita: la caza del Comendador no es la caza de un hombre, sino de una alimaña. Una de las razones del poderoso aliento rebelde y heroico de Fuenteovejuna es precisamente la calidad colectiva del protagonista: el pueblo entero es quien se compromete y quien hace frente a las consecuencias como tal empresa colectiva en exigencia de sus derechos, de su dignidad de personas y de villanos. En lo moral, en lo político y en lo social, Fuenteovejuna es una pieza ejemplar. Las lecciones que enseña son melancólicas: soportar las indignidades y abusos más allá de lo soportable es un camino que conduce a la anulación de la libertad, y de la misma vida; los tiranos no regalan nada y la conquista de esa libertad y dignidad exige grandes fatigas. 

Pero el valor y la unidad de las víctimas logran al fin derrocar al tirano, y hasta el cobarde Mengo puede responder con una sonrisa a los tormentos de los pesquisidores: «¿Quién lo mató? Señor, Fuenteovejunica». 

No hay solo violencia y destrucción en Fuenteovejuna. En ninguna obra de Lope podía faltar el amor («quien lo probó lo sabe» dice en un soneto). En la nueva libertad también podrá revivir el de Frondoso y Laurencia:

Frondoso.- ¿Quién le mató?

Laurencia.- Dasme espanto.

Pues Fuenteovejuna fue.

Frondoso.-  Y yo ¿con qué te maté?

Laurencia.- ¿Con qué? Con quererte tanto.

Fuente:Ignacio Arellano Ayuso (El Jardín de los Clásicos) 

Todo lo que necesitas saber de Fuente Obejuna